Nueva choza, un restaurante con historia
Te contamos un poquito de la historia del Restaurante Nueva Choza para que nos conozcas un poco más.
Si hay algo mágico en los lugares es lo que tienen que contar. Aquello que solo saben los que han podido ver o experimentar con el pasar de los años.
Nos llena de orgullo que nuestros clientes que años atrás, celebraron con nosotros sus comuniones, o bodas ahora vuelva con sus hijos a celebrar nuevamente con nosotros. Somos una gran familia gracias a ti y a todos los que siguen acompañándonos cada día en Nueva Choza.
Pero hoy queremos hacerte partícipe de esta historia, que entiendas por que cada espacio y cada color que habita en el restaurante tiene que ser así. Dicen que las personas se reflejan en sus negocios. Si esto es verdad nos sentimos orgullosos y le damos la razón. Porque Nueva choza es un espacio natural, respetuoso, acogedor, sostenible y con espíritu de celebración. Así somos nosotros y eso queremos transmitir.
Voy a empezar contándote que no siempre tuvimos el nombre que conoces, no siempre fue Nueva Choza. Tal vez alguien de tu familia ya sabía este dato.
El primer nombre que tuvimos fue “El edén”. Este era un edificio que alquilaron nuestros abuelos. Luego mucho más adelante se llamó La Choza. El restaurante estaba ubicado en un espacio que fue declarado de interés cultural. Un edificio del siglo XIX capaz de llamar la atención de cualquier visitante. Lo recordamos como un espacio fascinante. Arriba se encontraba nuestra vivienda habitual y debajo estaba el comedor. Desde los Jardines podía verse el río y contaba con un mirador con las mismas vistas. Tenía ese aspecto mágico de libro de cuento. La familia todavía recuerda momentos inolvidables y añora esos años.
El hecho de haber sido declarado edificio de interés cultural fue la causa por que la familia tuvo que trasladar el negocio. En 1984 nació, por ese motivo, El restaurante Nueva Choza situado en Simancas, dónde nos visitáis habitualmente. Un edificio que también es nuestro hogar y nuestros padres levantaron con mucho esfuerzo y cariño.
La fuerza de sueño mueve montañas y puede hacer realidad todo lo que te propongas.
Todavía recordamos el restaurante con la terraza recién inaugurada y las lámparas de Tíffany en cada mesa. También que antes, las vistas desde el jardín eran infinitas, casi no había edificaciones. El entorno natural era magnífico.
